El colesterol es una sustancia grasa presente en todas las células del organismo. Es vital para el normal funcionamiento del mismo. Una parte del colesterol lo produce nuestro hígado (vía endógena), aunque también se obtiene a través de algunos alimentos (lácteos y cremas, carnes, mariscos, etc.).

El colesterol es imprescindible para la vida debido a las funciones que realiza:

  1. Estructural: componente muy importante de las membranas plasmáticas
  2. Precursor de la vitamina D: para el metabolismo del calcio
  3. Precursor de las hormonas sexuales y tiroideas
  4. Precursor de las sales biliares: para la gestión de las grasas.
  5. Etc.

Coloquialmente podemos hablar de dos tipos principales de colesterol:

  1. “Colesterol malo” (LDL): el colesterol se une a las lipoproteínas (“barcos de transporte”) de baja densidad (Low density lipoprotein), quese deposita en la pared de las arterias, pudiendo generar la placa de ateroma.
  1. “Colesterol bueno” (HDL): el colesterol se une a lipoproteínas (“barcos de transporte) de alta densidad (High density lipoprotein) y transporta el exceso de nuevo al hígado para eliminarlo.

Las plantas no fabrican colesterol sino fitoesteroles/fitoestanoles que poseen una estructura similar al colesterol animal. Cuando estas sustancias son ingeridas interfieren en la absorción del colesterol en el intestino humano, causando una disminución de la concentración de colesterol en sangre.

Hay alimentos que por su naturaleza contienen esteroles: son los aceites vegetales (maíz, girasol, soja y oliva), las legumbres, los cereales, los frutos secos, las frutas y verduras.

En las últimas dos décadas ha ido cobrando relevancia el concepto de alimento funcional, es decir, aquel producto que posee acciones fisiológicas beneficiosas además de las nutritivas y organolépticas.

Así define alimento funcional el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, Javier Aranceta:

“Sobre la base nutricional de un alimento convencional se añade,  modifica, sustituye o reduce algún nutriente o elemento que hace que este producto, que tiene una función nutritiva, organoléptica o gastronómica convencional, tenga una función en relación con alguna parte de nuestro organismo, un elemento diana muy preciso”.

Unos de los productos más conocidos por el consumidor es el Danacol (Danone). Este producto contiene esteroles vegetales en su composición y por lo tanto reduce la absorción de colesterol.

Se recomienda que el tratamiento con Danacol sea supervisado por un médico a partir de diagnosticar unas cifras de colesterol total fuera de rango y que por tanto, pueda poner en riesgo nuestra salud. No se aconseja tomar más de un botellín de este producto al día, por esto debemos leer toda la letra pequeña de las etiquetas nutricionales.

Otros nombres que podemos encontrar en el mercado con propiedades similares al Danacol son: Benecol (Kaiku), contiene estanoles (efecto similar a los esteroles). Tanto los esteroles como los estanoles se pueden añadir también a margarinas, es el caso de la Flora Proactiv.

La eficacia de estos productos viene dada por la reducción del colesterol total en sangre cuando los tomamos durante unas tres semanas. Se logran reducciones de hasta el 10 % del colesterol total, con una disminución en sangre de las LDL (el colesterol “malo”), pero no varía ni el nivel de las HDL (el colesterol “bueno”), ni el de los triglicéridos.

Si empezamos a tomar alimentos enriquecidos en fitoesteroles/fitoestanoles es importante hablarlo con nuestro médico y que observe el resultado del colesterol de la analítica.

 

Articulo desarrollado por nuestro nutricionista Murcia- Plan mediterráneo