La diabetes

Cuando tomamos alimentos, se inicia el proceso de la digestión en la boca,  en el que se empiezan a separar los diferentes nutrientes (“cadenas”) y se rompen hasta que quedan las piezas sueltas. A continuación se produce la absorción de las piezas y todos los nutrientes pasan a la sangre, entre ellos la glucosa (azúcar).

En paralelo a la absorción de la glucosa, el páncreas segrega insulina (“llave”) que ha de abrir las puertas de las células para que la glucosa entre en ellas aportándonos la energía necesaria para la vida. La insulina es una hormona producida por el páncreas que actúa como una “llave” que abre las puertas de las células del cuerpo para que la glucosa (azúcar) pueda entrar y ser utilizada como energía (“combustible”). Este sistema ha de funcionar  como un equilibrio perfecto. 

La sangre debe mantener unos niveles de glucosa adecuados: entre 60 mg/dl y 110 mg/dl en sangre, antes de las comidas y de hasta 140 mg/dl. en sangre, dos horas después de comer.  Para mantener las cifras de glucosa dentro de los valores normales, la cantidad de insulina segregada por el páncreas será proporcional a los  carbohidratos  ingeridos.  La alteración de este equilibrio da lugar a la enfermedad que conocemos como diabetes y puede aparecer de dos formas diferentes:

  • Diabetes mellitus tipo 1(DM1): el páncreas no produce insulina (“llave”). Hay que recurrir a “llaves” externas (inyecciones de insulina).
  • Diabetes mellitus tipo 2(DM2): el páncreas produce insulina (“llave”) pero no realiza bien su función, es decir, no se abren correctamente las “cerraduras”.

En caso de padecer diabetes la glucosa no puede entrar en las células, se acumula en la sangre y puede causar complicaciones. Cuando los niveles de azúcar alcanzan cierto nivel, los riñones tratan de eliminarla por medio de la orina lo que puede producir cansancio, poliuria (aumento de la cantidad de orina eliminada), polifagia (aumento de la necesidad de comer) y polidipsia (aumento de la sensación de sed), también se suele producir pérdida de peso. A esta sintomatología se la conoce como 4 “P”: polidipsia, polifagia, poliuria y pérdida de peso. Puede ser válida como medida inicial de diagnóstico para la diabetes mellitus no controlada.

En la situación anteriormente citada, el cuerpo empieza a formar energía a partir de glucógeno (unión de dos moléculas de glucosa), que se almacena en el hígado y en los músculos. El hígado convierte el glucógeno en glucosa y lo libera a la sangre cuando realizamos ejercicio, tenemos estrés o cuando se tiene mucha hambre. En caso que se produzca o se utilice correctamente la insulina, los músculos utilizan el glucógeno como fuente de energía sin necesidad de liberarlo a la sangre.

Tanto en la diabetes de tipo 1 como en la de tipo 2, debido a la falta de insulina (DM1) o a su mal funcionamiento (DM2), no se abren las “puertas” de las células, con lo cual  la glucosa no puede entrar en ellas y se va acumulando en la sangre produciendo daños progresivos en el individuo.

Las características de cada tipo de diabetes son:

La diabetes mellitus tipo 1 (DM1)

Aparece generalmente en personas jóvenes, se presenta cuando las células que producen la insulina, son destruidas por el propio organismo (enfermedad autoinmune).

El tratamiento consiste en seguir una alimentación adecuada y variada, practicar actividad física e inyectarse insulina externa varias veces al día. Las inyecciones ayudan a utilizar el azúcar liberado por el hígado por la noche y a mantener los niveles de glucosa normales durante el día, permitiendo así, que llegue la energía a todas las células.

La diabetes mellitus tipo 2 (DM2)

Suele aparecer en personas mayores de 40 años y se asocia con la obesidad. En este tipo de diabetes el páncreas sí es capaz de producir insulina. El problema es que las “cerraduras” de las células están estropeadas y hace que la insulina (“llaves”) las abra con dificultad. En ese caso con una dieta adecuada y ejercicio físico, las “cerraduras” se van arreglando y la insulina (“llaves”) puede abrir las células para que entre la energía. A partir de esto la diabetes desaparece, las cifras de glucosa se normalizan y el organismo vuelve a funcionar perfectamente. En caso de no corregirse el problema tendremos que recurrir a antidiabéticos orales que son medicamentos que “engrasan” las “cerraduras” de las células con el fin de conseguir la apertura de sus «puertas».

Puede llegar el momento en que el páncreas, llegue a agotarse y deje de producir “llaves”. La DM2 pasa a ser una DM1 y por tanto el individuo necesitará inyecciones de insulina para continuar con una vida normal.

 Normas básicas para el paciente diabético.

  1. La dieta debe ser lo más variada posible, cubriendo todos los requerimientos nutricionales. Los diabéticos pueden comer de todos los alimentos a excepción de los carbohidratos sencillos (azúcares).
  1. La dieta del paciente diabético debe contener las calorías necesarias como para mantener un peso adecuado. Hemos de conocer nuestro IMC (Índice de Masa Corporal) o Índice de Quetelet.
  1. Hay que distribuir los carbohidratos a lo largo del día para procurar controlar las cifras de glucosa y por tanto la diabetes.
  • Desayuno.                 15% Carbohidratos diarios.
  • Media mañana.         10% Carbohidratos diarios.
  • Comida.                     30% Carbohidratos diarios.
  • Media tarde               10% Carbohidratos diarios.
  • Cena.                          30% Carbohidratos diarios.
  • Antes de dormir         5%  Carbohidratos diarios.

 

Algunos datos de interés.

  • En España, la prevalencia de la DM se estima en un 6,2% para los grupos de edad 30-65 años, y del 10% para 30-89 años.
  • Los factores de riesgo de las DM más importantes son la edad, la obesidad y la historia familiar.
  • La incidencia de la DM tipo 2 se estima en 8/1.000 habitantes año, y la de DM tipo 1 en 11-12 casos por 100.000 habitantes y año.
  • La DM es una de las principales causas de mortalidad en España, ocupando el tercer lugar en mujeres y el séptimo en varones.

 

Pedro A. Lillo García

Dietista – Nutricionista